Una jornada histórica en la Jara
El día de Córdoba
La Virgen de Luna ya está en Pozoblanco. La patrona, acompañada de miles de personas, hizo ayer el camino desde el santuario de la dehesa de la Jara acompañada de los hermanos de la cofradía y de los romeros. Y eso que el día amaneció frío, pero a medida que apareció el sol comenzó un incesante ir y venir a la explanada del Santuario y la afluencia fue, si cabe, superior a la de otros años. Pese a la multitud, la jornada transcurrió con absoluta normalidad y no hubo incidentes destacables.
El de ayer fue un día muy especial por varios motivos. En primer lugar, siete nuevos hermanos de la cofradía juraron bandera en una mañana de emociones fuertes, pues no se producía desde 1973 una jura tan amplia debido al número no ampliable de cofrades, tan sólo 110. Cuando la madrugada apenas había avanzado, sobre la 01:00, empezó la llamada del sargento a los domicilios, acompañado del tamborilero y el ordenanza. Ya a las 08:00, como manda la tradición, la casa de la calle Santa Ana, 25 fue escenario del pase de lista y el nombramiento de los servicios. Acto seguido, como estaba establecido en el guión, la formación marchó al domicilio del alférez a recoger la bandera y, desde el Ayuntamiento, las autoridades -acompañadas por varios hermanos al mando de las filas- se dirigieron al domicilio del capitán.
A las 08:30 tenía lugar la salida de la Capitanía rumbo a la parroquia de Santa Catalina, donde se pide permiso a la autoridad eclesiástica para marchar hacia el Santuario. El tiempo apremia, y a las 10:45 se produce uno de los momentos más esperados de la jornada: la procesión alrededor del templo y la Eucaristía, que fue presidida por el capellán de la cofradía, Pedro Fernández Olmo. En el ofertorio, precisamente, tuvo lugar la jura de bandera de los siete nuevos cofrades y la entrega de la medalla de plata a dos hermanos para reconocer sus 25 años de servicio. La misa estuvo animada por el coro Voces de la Sierra, que inauguró el aspecto más lúdico y festivo de una jornada a la que, como es habitual, acuden muchos pozoalbenses ausentes para honrar a la patrona.
Las lluvias caídas en el último mes provocaron que las cercas de al lado del santuario no fueran abiertas. Sólo una de ellas, la de Juan Escribano, permitió el acceso, por lo que los devotos se vieron obligados a recurrir al autocar para los desplazamientos. Tal fue la asistencia que a primera hora de la mañana ya no había leña en los camiones facilitados por el Ayuntamiento.
Y es que tanto los fieles como quienes acuden a la dehesa de la Jara para disfrutar de un día festivo madrugaron más que ningún año para salir de Pozoblanco, conscientes del escasísimo aparcamiento que se pudiera encontrar. Pero los madrugones y estas pequeñas dificultades -que todo romero está dispuesto a superar- se vieron compensadas por una bella estampa, pues el aspecto de la explanada fue más puro que nunca ante la prohibición de que los puestos se instalaran en los sitios de siempre. A esto también ayudó la prohibición de la mayordomía del Santuario de instalar discocasetas, una de las grandes novedades de este año que no ha estado exenta de controversia, pues los pozoalbenses más jóvenes habían demandado a través de las redes sociales que se permitieran las carpas.
Avanzó la mañana y llegó la hora de la comida. Como buen municipio de Los Pedroches, las fiambreras estaban llenas de los productos típicos de la tierra (chorizo, morcilla, queso y jamón de la tierra). Corrillos de amigos y familiares cantaban las cancioncillas del pueblo, mientras en la ermita los niños no dejaban de sonar la campana. Y entre copla y copla, y entre tañido y tañido de la campana, el reloj dio las 15:00 y se produjo uno de los momentos más esperados del día: la salida del santuario de la patrona a hombros de los devotos rumbo a Pozoblanco. Hubo un descanso en el pozo La Legua, y ya con los rayos de sol poniente la Virgen llegaba al Arroyo Hondo, donde el recibimiento de todo el pueblo de Pozoblanco fue multitudinario. Muchos niños, fieles a la tradición, ofrecieron su hornazo entre las descargas de los hermanos y el redoble del tambor.
Del Arroyo Hondo, la Virgen fue trasladada al Ayuntamiento, donde recibió el bastón que la proclama como alcaldesa perpetua de la localidad, para después continuar su recorrido acompañada de los sones de la Banda Municipal de Música hasta la iglesia de Santa Catalina. Con la Virgen iba la pregonera de este año, María del Carmen Fernández, que ha tenido el honor de ser la primera mujer que pregona la romería y que fue muy aplaudido en la noche del sábado. Pozoblanco vivirá hoy un día festivo y continuarán los actos en honor de a Nuestra Señora de Luna, que por fin descansa ya entre los pozoalbenses.